domingo, 17 de junio de 2012


       Diez es nota y lo demás es lujo                 

Para comenzar, puedo mencionar que, a mi parecer, la educación que se me ha ofrecido hasta ahora es buena. Los temas de estudio que ofrece el ministerio de educación venezolano abarcan una gran variedad y amplitud en las distintas áreas de conocimiento. Con ello debo recordar que en mi educación primaria siempre estuvo presente una cantidad asombrosa de materias: desde artes hasta matemáticas, música e idiomas, deportes y ciencias naturales y sociales, entre otras. Con todo esto incluyo lo que es en mi opinión la base para la expresión y comunicación, como su nombre lo indica: lenguaje y comunicación. Esto continúa presente hasta el nivel de secundaria y ciclo diversificado.
        Por otro lado, siempre se ha destacado la educación venezolana por su “facilidad” y esto no cabe en la lógica, si a ver vamos, cuando tenemos una guía de estudio en la que se encuentra un poco de todo lo básico que se pudiera dar a enseñar en esta etapa. Ah, esa es la palabra: “enseñar”. Con esto se me ocurre que el problema probablemente no radique en el pensum de estudio que se nos ofrece, sino en lo métodos que se utilizan para enseñar y evaluar lo que se ha enseñado. ¿De qué sirve tener un libro entero de contenido si solo te preguntan la tercera parte en un examen que debería ser el final? La respuesta es –para no decir algo rotundo-, casi nada.
            Con esto quiero mencionar que la educación se basa en dos lados: enseñar y aprender, evaluar y demostrar un conocimiento, dar y recibir, oferta y demanda, profesores y alumnos. Son dos caras de la misma moneda que no siempre se complementan bien por los problemas que pueden originarse en los métodos de enseñanza y evaluación que se emplean en el territorio venezolano.
            Asimismo, las oportunidades que tienen los alumnos para dar a conocer su mediocridad son increíbles y absurdas si nos fijamos bien. Alguien que cumple con los requisitos necesarios para su ascenso de grado tiene un conocimiento prácticamente nulo de lo que vio en esa etapa. Con esto quiero decir que la nota mínima para poder pasar una evaluación o un nivel escolar no representa el suficiente reto para el estudiante.
Es decir, una nota mínima quiere decir que el estudiante posee lo necesario para haber “dado la talla” en su evaluación y  tiene el suficiente conocimiento sobre ello para saberse desenvolver en esa área. Pero un diez en Venezuela representa mediocridad, cuando se ha cumplido con lo necesario para dar cabida a lo exigido. Allí recae el problema: lo que se exige es realmente tan poco que sin esfuerzo se puede fácilmente superar. Hay una discordia en este aspecto, según me parece, y no le dan el mérito a este fracaso logro.
La nota máxima (veinte) debería demostrar que  el alumno se sabe al derecho y al revés sus temas de estudio, pero ¿cuántos de estos casos sabrían dar un discurso y ser capaces de dar clases y de “comérsela” en el tema habiendo demostrado eso en una evaluación? Me atrevo a decir que ninguno.
Todo esto me deja pensando que está sobrevalorada una buena nota y descalificado el hecho de haber pasado, así sea con mala nota; es decir, ¡hasta reprobar con “buena nota” debería tener su recompensa porque el estudiante demuestra que sabe de un área lo suficiente tanto para hablar de ello, así sea un poco, como para expresarlo en un papel!
Pero aquí el que saque un ocho en una evaluación es tachado y juzgado como un ignorante por los profesores cuando deberían sentirse orgullosos de que su alumno tiene algo de los conocimientos que ellos como docentes le impartieron. Claro, el que saque  un veinte es calificado como genio aún si no sabe desenvolverse y hablar largo y tendido de su contenido evaluado.
¿Se imaginan que todos los estudiantes venezolanos, perdón, ¡del mundo!, se conformaran con una nota mínima? Da terror imaginarse esa mediocridad tan fantástica, pero ¿cuál es el porqué si todos estrían haciendo lo necesario para tener un título de lo que sea?, ¿o no? Bueno, así lo dictan las notas mínimas: el mínimo requisito para ser eficiente en un área.
Qué absurda es la vida estudiantil, ¿no lo creen?

Sofía, Key

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