Diez
es nota y lo demás es lujo
Para comenzar,
puedo mencionar que, a mi parecer, la educación que se me ha ofrecido hasta
ahora es buena. Los temas de estudio que ofrece el ministerio de educación
venezolano abarcan una gran variedad y amplitud en las distintas áreas de
conocimiento. Con ello debo recordar que en mi educación primaria siempre
estuvo presente una cantidad asombrosa de materias: desde artes hasta
matemáticas, música e idiomas, deportes y ciencias naturales y sociales, entre
otras. Con todo esto incluyo lo que es en mi opinión la base para la expresión
y comunicación, como su nombre lo indica: lenguaje y comunicación. Esto
continúa presente hasta el nivel de secundaria y ciclo diversificado.
Por otro
lado, siempre se ha destacado la educación venezolana por su “facilidad” y esto
no cabe en la lógica, si a ver vamos, cuando tenemos una guía de estudio en la
que se encuentra un poco de todo lo básico que se pudiera dar a enseñar en esta
etapa. Ah, esa es la palabra: “enseñar”. Con esto se me ocurre que el problema
probablemente no radique en el pensum de estudio que se nos ofrece, sino en lo
métodos que se utilizan para enseñar y evaluar lo que se ha enseñado. ¿De qué
sirve tener un libro entero de contenido si solo te preguntan la tercera parte
en un examen que debería ser el final? La respuesta es –para no decir algo
rotundo-, casi nada.
Con esto
quiero mencionar que la educación se basa en dos lados: enseñar y aprender,
evaluar y demostrar un conocimiento, dar y recibir, oferta y demanda,
profesores y alumnos. Son dos caras de la misma moneda que no siempre se
complementan bien por los problemas que pueden originarse en los métodos de
enseñanza y evaluación que se emplean en el territorio venezolano.
Asimismo,
las oportunidades que tienen los alumnos para dar a conocer su mediocridad son
increíbles y absurdas si nos fijamos bien. Alguien que cumple con los
requisitos necesarios para su ascenso de grado tiene un conocimiento
prácticamente nulo de lo que vio en esa etapa. Con esto quiero decir que la
nota mínima para poder pasar una evaluación o un nivel escolar no representa el
suficiente reto para el estudiante.
Es decir, una nota mínima quiere decir que el estudiante
posee lo necesario para haber “dado la talla” en su evaluación y tiene el suficiente conocimiento sobre ello
para saberse desenvolver en esa área. Pero un diez en Venezuela representa
mediocridad, cuando se ha cumplido con lo necesario para dar cabida a lo
exigido. Allí recae el problema: lo que se exige es realmente tan poco que sin
esfuerzo se puede fácilmente superar. Hay una discordia en este aspecto, según
me parece, y no le dan el mérito a este fracaso logro.
La nota máxima (veinte) debería demostrar que el alumno se sabe al derecho y al revés sus
temas de estudio, pero ¿cuántos de estos casos sabrían dar un discurso y ser
capaces de dar clases y de “comérsela” en el tema habiendo demostrado eso en
una evaluación? Me atrevo a decir que ninguno.
Todo esto me deja pensando que está sobrevalorada una
buena nota y descalificado el hecho de haber pasado, así sea con mala nota; es
decir, ¡hasta reprobar con “buena nota” debería tener su recompensa porque el
estudiante demuestra que sabe de un área lo suficiente tanto para hablar de
ello, así sea un poco, como para expresarlo en un papel!
Pero aquí el que saque un ocho en una evaluación es
tachado y juzgado como un ignorante por los profesores cuando deberían sentirse
orgullosos de que su alumno tiene algo de los conocimientos que ellos como
docentes le impartieron. Claro, el que saque
un veinte es calificado como genio aún si no sabe desenvolverse y hablar
largo y tendido de su contenido evaluado.
¿Se imaginan que todos los estudiantes venezolanos,
perdón, ¡del mundo!, se conformaran con una nota mínima? Da terror imaginarse
esa mediocridad tan fantástica, pero ¿cuál es el porqué si todos estrían
haciendo lo necesario para tener un título de lo que sea?, ¿o no? Bueno, así lo
dictan las notas mínimas: el mínimo requisito para ser eficiente en un área.
Qué absurda es la vida estudiantil, ¿no lo creen?
Sofía, Key
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